
Quizás una estrella pueda ser testigo de nuestros anhelos.
El universo sería capaz de conspirar contra nosotros.
Busca un rincón mitológico, aquél que no este escrito.
Aquél del cuál no se hable en historias, en el que tú y yo,
seamos los protagonistas y poetas de las risas y llantos de los niños.
Quizás podamos ser como el canto del cisne.
Tan maravilloso y único como la muerte misma.
Encontremos el páramo más fértil, aquél oasis que nos unió.
No dejemos que esta flor naciente marchite o perezca,
fría, helada y sin latir, en el lazo de la obviedad.Las brisas se convertirían en tempestad, apartándonos un poco.
Aquí lo tienes, el rincón donde yace todo eso que soñamos.
Amor, amistad, una vida juntos resplandece sin más.
¿Y dónde me pregunto sin cesar? ¿dónde si no es aquí te tengo cada día a mi pesar?
En mi corazón, en mi mente.
Quizás la vida se empeñó en dejarte marchar.
Las olas fueron gigantes, titánicas, e hirientes.
No pude aferrarme a ti, era demasiado injusto verte sufrir.
Flor de loto, entrañable susurro en recuerdo.
Tu vives en mis sueños, esos sueños que son testigos de mi amor.Al fin y al cabo, ¿es eso el amor?

Las golondrinas anunciaron tu partida.
Mi corazón se congeló, no tuvo tiempo ni de respirar.
Perdimos el enclave de nuestro encuentro en el más allá.
Perdoname mi niño, esperame que juntos hemos de estar.
Quizás me queden años, días o minutos.
Intentaré hacerme a la idea de que tu cuerpo en mi cama no está.
Miraré atónita la televisión, y reiré las gracias.
De todas maneras las lágrimas no salen más.Se que quieres que sea fuerte, y eso lo voy a lograr.
Al final lo único que queda del amor, es la pura soledad.
